El antiguo poblado minero abandonado de La Piela se encuentra en medio de los montes bercianos, a cinco kilómetros de Cadafresnas, en el Ayuntamiento de Corullón.
En sus proximidades se encuentran las ruinas de las instalaciones de Mina Currito, que daban trabajo a sus habitantes, en la Peña do Seo. La explotación minera en la zona surgió al albur de la fiebre del wolframio, pagado a altísimos precios por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, para alimentar su maquinaria bélica. En 1944 la Provincia de León produjo 76.500 kg de wolframio.
Sin embargo, el verdadero esplendor llegó en la década de los 50. La Guerra Fría se convertía en caliente en Corea y multitud de otros frentes a lo largo y ancho del mundo. Los precios del mineral se dispararon, y España estaba en mejores condiciones que en la inmediata postguerra para poder realizar las inversiones necesarias para la minería a gran escala. La nueva propietaria, la Compañía Minera Montañas del Sur, firmó un contrato de suministro con el gobierno estadounidense. Con el crédito obtenido, electrificó y amplió las instalaciones mineras. En 1954 la Provincia produjo nada menos que 205.302 kg de wolframio en 1954, 70.000 de las cuales procedían de Peña Seo. El kilo se pagaba entonces a 260 pesetas.
El poblado fue construido ex novo para los trabajadores de la cercana mina. El conjunto está formado por dos hileras paralelas, cada una compuesta por 10 bloques con cuatro viviendas cada uno, entregadas a los poseedores del libro de familia, mientras que los solteros eran alojados en los sótanos. Contaban con lujos aún extraños en la época, como agua corriente, agua caliente, y luz eléctrica. A las viviendas se sumaba el economato, la cantina y escuela. Fue planificado por el arquitecto Ramón Cañas, que además era presidente de la Diputación provincial de León. En su época de esplendor fue hogar de más de 200 personas.
Sin embargo, en 1955 se hundió el mercado del metal, cayendo la producción provincial a poco más de 71.000 kg. Tras la Guerra de Corea, ante el descenso de los precios, la extracción a un precio competitivo era imposible, de modo que el poblado fue abandonado en 1958 tras un fugaz y fulgurante período de actividad. Sus últimos habitantes, la familia de Jovino García, tuvieron que abandonarlo en 1980,
La Piela es de propiedad municipal y se encuentra protegido por por el Plan Urbanísico del Ayto. de Corullón. Sin embargo, Todo el conjunto se halla en acelerado deterioro. La mayor parte de los edificios han perdido su cubierta, lo que ha provocado la disolución del mortero a causa de la lluvia, amenazando su integridad estructural. Los saqueos y los destrozos han sido generalizados. El PSOE leonés ha pedido su inclusión en la Ruta Europea del Wolfram en 2013 y se estudia su futura rehabilitación. Lo cual, más que ser un signo esperanzador, hace temer una intervención agresiva que eche aún más a perder el lugar, destrozándolo a base de hormigonazo y acero corten.
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