viernes, 20 de septiembre de 2013

El Belchite leonés

Los restos de la Fabricona de Golpejar de la Tercia emergen ante el viajero a un lado de la N-630 en dirección Asturias, recién pasada la localidad de Villamanín, alzándose como las costillas de una momia desenterrada sobre el paisaje circundante. Su simple visión es un reproche al abandono de nuestro patrimonio histórico e industrial.

Estas instalaciones fueron construidas por la Sociedad Coto Minero La Profunda entre 1923 y 1927 para el tratamiento de los minerales de cobre y cobalto extraídos en la célebre mina La Profunda (Cármenes), trasladados mediante una línea aérea de baldes de varios kilómetros de longitud. Constaba de una gran nave de molinos para triturar los minerales, muelles de carga y almacenes, así como las oficinas y las casas de los ingenieros y especialistas de la empresa. Al comienzo de la Guerra Civil, debido a su solidez y estratégica situación se convirtió en centro de las milicias frentepopulistas locales, lo que motivó su bombardeo por la Legión Cóndor en abril de 1937, quedando en el actual estado de ruina. Tras la Guerra, los restos fueron totalmente saqueados para vender la chatarra, quedando los esqueletos mondos de las estructuras, jamás reconstruidas, como mudo testimonio de nuestro pasado industrial y de los horrores de la Guerra Civil. Un Belchite a la leonesa.


Las ruinas, universalmente ignoradas y despreciadas, carecen de protección alguna a pesar de su importancia histórica como escenario de un notable hecho bélico. Recientemente se ha construido de una horrenda nave entre las ruinas. Sin nadie dispuesto a garantizar su preservación, el futuro de la Fabricona parece estar abocado a convertirse en simples escombros. Sin necesidad de hacer mayores esfuerzos por destruirla. Vandalismo, saqueos y nuevos derribos son posibles. Pero es algo muy cansado. Ya se encarga el Padre Tiempo de que los restos se desplomen ellos solitos.

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